Nuestras ancestras hablaban con las plantas: brujas, curanderas y chamanas

Nuestras ancestras hablaban con las plantas: brujas, curanderas y chamanas

Las brujas, curanderas y chamanas fueron mujeres que aprendieron a sanar desde su conexión con la naturaleza. A través de hierbas, rezos y rituales, unían cuerpo y espíritu, guardando una sabiduría transmitida por generaciones. Hoy, su legado sigue vivo en los remedios y prácticas que mantienen el vínculo con la tierra.


Por Daniela Hernández 

Antes de la ciencia, los laboratorios y la atención médica, el conocimiento sobre nuestro cuerpo nacía de la observación, la experiencia y un vínculo profundo y constante con las plantas.

Mujeres que sabían leer el lenguaje del cuerpo, aunque no existieran hospitales ni clínicas encontraban formas y rituales que daban alivio a enfermedades y malestares. Ellas, mujeres sabias, conocían los remedios necesarios para sanar: eran nuestras brujas, curanderas y chamanas.

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En México y mesoamérica se trataba de herederas de un saber colectivo, comunitario y femenino - aprendían de sus madres y abuelas. Tanto las chamanas, las brujas y las curanderas entendían la naturaleza como fuente de poder e inteligencia, su conocimiento provenía de la tierra y utilizaban su saberes para atender las dolencias y malestares físicos, emocionales o energéticos.

A la curandera se le buscaba por salud y equilibrio. Eran figuras cercanas y protectoras dentro de la comunidad que se dedicaban a cuidar el cuerpo y el espíritu de la gente. Atendían con hierbas medicinales, limpias, rezos, sobadas  o preparación de ungüentos. Poseían la herencia de la medicina tradicional indígena - con plantas, rituales  y una cosmovisión que equilibra cuerpo y  espíritu- combinada con prácticas católicas - rezos, santos, velas, agua bendita-. 

A la chamana por guía espiritual o ritual. Era vista como mediadora entre mundos. Su figura tiene raíces en los pueblos ancestrales mesoamericanos, donde eran guardianas del conocimiento.  A través de cantos, rezos, plantas sagradas, temazcales y rituales, guiaban a la comunidad en procesos de sanación, adivinación o conexión con lo divino. Eran las encargadas de interpretar sueños o comunicar mensajes de los dioses y espíritus. Su saber ha sido transmitido oralmente de generación en generación y está vinculado a las cosmovisiones indígenas y entendimiento de la naturaleza como ser vivo con el que se dialoga.

A la bruja se le pide tanto protección como ayuda en asuntos más personales como el amor, dinero y fortuna. De la misma raíz indígena  y conocimiento de plantas, energías y rituales como las chamanas y curanderas , pero mezclado con la religiosidad católica traída por los españoles. Se les reconoce como alguien con poder. Preparar remedios con hierbas para aliviar dolores o enfermedades. Elaborar amuletos de protección. Hacer rituales para atraer buena fortuna, el amor o la fertilidad. Rezar y trabajar con santos, vírgenes y elementos católicos para proteger a las personas. 

Ya sea para curar, proteger o guiar, median entre fuerzas que los demás no comprenden. Eran vistas con admiración por su poder, siempre entrelazadas con la medicina indígena, el chamanismo y las creencias populares que daban sentido al mundo.


     Seguimos aquí - Plantas que acompañan cuerpo y alma

Aunque durante siglos se intentó silenciar o desacreditar este conocimiento, nunca desapareció del todo. Hoy permanece vivo en pueblos, barrios y mercados: una infusión para el susto, una pomada para el dolor, una limpia para el alma.


Estos saberes encontraron nuevas maneras de habitar el mundo. Siguen –y seguimos– observando, preparando y compartiendo remedios que responden a lo mismo de siempre: aliviar, cuidar y acompañar. Cada generación lo adapta a su propio contexto, pero la raíz permanece.

En Baumma recordamos ese legado y lo llevamos con nosotras durante nuestro trabajo, se transporta en cada remedio que elaboramos. Un aquelarre en el presente con un vínculo con las plantas y esta sabiduría que nos hace posibles. Cada producto es medicina viva, nacida de una memoria colectiva.

 

Las brujas, curanderas y chamanas siguen presentes. No como una figura del pasado, sino como una práctica y sabiduría  viva que continúa hablando el lenguaje de la tierra.

 

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